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  • La enfermedad renal crónica (ERC) es un trastorno heterogéneo que afecta la estructura y función del riñón. Los síntomas incluyen: anorexia, náuseas, vómitos, estomatitis, disgeusia, nicturia, lasitud, fatiga, prurito, agudeza mental disminuida, fasciculación y calambres musculares, retención de agua, hiponutrición, ulceración y sangrado gastrointestinal, neuropatías periféricas y convulsiones. El diagnóstico se basa en pruebas analíticas de la función renal y a veces en biopsia renal. El tratamiento se dirige a la enfermedad subyacente pero incluye el control de líquidos y electrolitos, eritropoyetina para la anemia, diálisis o trasplante. La ERC puede derivar de muchas causas que incluyen: enfermedad vascular; enfermedades glomerulares primarias y secundarias; enfermedad túbulo-intersticial; y obstrucción del tracto urinario. Los marcadores de daño renal además de proteinuria incluyen anomalías en sedimento urinario y anomalías en estudios de imagenología. Las dos principales consecuencias de la ERC incluyen: pérdida de la función renal que deriva en insuficiencia; y desarrollo de enfermedad cardiovascular. La presión arterial alta es tanto una causa como una complicación de la ERC y está asociada a una pérdida más rápida de la función renal y al desarrollo de enfermedad cardiovascular. Las complicaciones adicionales incluyen: anemia; desnutrición; enfermedad ósea y alteraciones en el metabolismo del calcio y fósforo; y neuropatías. Criterios establecidos por la Fundación Nacional del Riñón para la ERC: daño renal durante =3 meses (anomalías estructurales o funcionales) con o sin tasa de filtrado glomerular disminuida manifestado ya sea por anomalías patológicas o marcadores de daño renal (anomalías en orina o sangre, o anomalías en pruebas de imagenología); y tasa de filtración glomerular <60 mL/min/1,73 m2 durante =3 meses, con o sin daño renal.
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